Monday, October 31, 2011

La Nueva Libertad. Revista América Economía.

La nueva libertad


Estados Unidos, el mayor mercado de consumo de la droga latinoamericana, avanza silenciosamente hacia la legalización. El problema es que América Latina aún no se da por aludida.

En América Latina hay países como Brasil, Colombia y Chile que siguen la línea dura de EE.UU. Otros, como Argentina, van en el sentido contrario.
  • Mié, 12/10/2011 - 13:53
La peruana Dora Guevara lleva 10 años trabajando en el Centro Juvenil Latinoamericano (LAYC, por sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro de Washington DC que da apoyo a jóvenes con problemas de alcohol y uso de drogas ilícitas. “La más usada es la marihuana, seguida de cocaína”, dice Guevara, quien está expuesta a una de las zonas con mayor abuso de drogas ilícitas en el país, según un informe reciente de la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias “Muchos de los jóvenes que llegan acá son inmigrantes o hijos de inmigrantes que trabajan dos turnos en empleos de baja calificación. O son afroamericanos de situación económica baja”, agrega.
Pese a sus altos índices de adicción, los consumidores de drogas de Washington son unos privilegiados en comparación a los de otros estados. En Washington DC los jueces dejaron de penalizar con cárcel la posesión de pequeñas cantidades de drogas. Les obligan, en cambio, a entrar en programas sociales como los que ofrece el LAYC, y programas de rehabilitación pagados por los seguros médicos.
Ya son más de 20 los estados de EE.UU., además de DC, que legalizaron la marihuana médica o que han dejado de encarcelar a quienes son sorprendidos consumiendo (o en posesión de pequeñas dosis de drogas) y que se han abierto políticas de rehabilitación financiadas por las compañías de seguros. Otros estados están en los trámites para sumarse. “No lo dicen, pero EE.UU. está legalizando las drogas”, dice César Gaviria, ex presidente de Colombia y ex secretario general de la OEA, y quien se ha transformado en uno de los principales críticos de las políticas tradicionales de la lucha contra las drogas. “Se trata de una legalización por la puerta de atrás”.
Este escenario, que incluye la aceptación del uso médico de la marihuana, es muy distinto al de los últimos 40 años, caracterizado por una política represiva. Así el principal mercado de destino para la droga producida en América Latina está teniendo una profunda transformación, que sigue a la que han tenido los grandes mercados de consumidores en Europa. El problema es que América Latina no está considerando el impacto que esto tendrá en su propia institucionalidad.
En medio de una crisis económica, la cuenta de mantener a miles de personas encarceladas no está cuadrándoles a muchas autoridades locales.
Para entender lo que está sucediendo en EE.UU. en materia de drogas hay que ir a sus cárceles. Es el país con mayor población carcelaria del planeta, con 743 adultos encarcelados por cada 100.000 habitantes. Según el FBI, en 1980 Estados Unidos metió 580.000 personas a la cárcel por temas relacionados con las drogas. En 1990 la cifra llegaba a 1,1 millón, en una tendencia alcista que siguió durante la primera década del siglo XXI: entre 2001 y 2010, EE.UU. encarceló a 1,7 millón de personas al año por drogas. La mitad de ellas por marihuana. La novedad es que desde 2008 por primera vez la tendencia va a la baja (ver cuadro en página 26).
“Meter a la cárcel a un muchacho durante cinco años por consumir marihuana por segunda vez, tal como sucede en gran parte de los estados de EE.UU., significa gastarse casi medio millón de dólares en costos carcelarios y judiciales”, dice el colombiano Gaviria. “El problema es que el 60% de los encarcelados fuma marihuana”.
En otras palabras, encarcelar a una persona por consumir drogas sólo incrementa la posibilidad de que siga consumiendo. Dado que el costo promedio por mantener a un encarcelado bordea los US$ 25.000 al año, la cuenta no les está cuadrando a muchas autoridades locales que ven la necesidad de reducir todo tipo de costos en medio de la crisis económica que afecta al país y especialmente a sus gobiernos estatales.
No se trata sólo de ahorrar. En un país en que tres de sus presidentes han reconocido haber fumado marihuana alguna vez en su vida –Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama–, la necesidad por encontrar políticas más realistas que sintonicen con el reconocimiento social que tienen las drogas, especialmente la marihuana, ha encontrado acogida en líderes globales de todos los signos políticos. Gaviria, de hecho, escribió una propuesta para cambiar la estrategia contra las drogas en febrero de 2009 en conjunto con los ex presidentes Fernando Henrique Cardoso, de Brasil, y Ernesto Zedillo, de México. Otros muchos líderes globles se les han sumado, aunque se trata principalmente de importantes políticos que han dejado sus cargos formales de decisión. Pero cambiar la estrategia contra las drogas no ha ganado elecciones ni en Estados Unidos ni en América Latina. Incluso un referendo sobre el tema realizado a fines de 2010 en California, rechazó por un estrecho margen la legalización del consumo de la marihuana en el mayor estado de EE.UU.
Narcoretail. No obstante, EE.UU. no ha esperado el respaldo electoral para promover su más importante cambio en políticas antidrogas desde que en 1914 prohibió la potestad de los médicos para recetar sustancias narcóticas como opio, morfina y cocaína. Desde entonces, todas las leyes relacionadas al tema han buscado prohibir y penalizar tanto la distribución como el uso recreativo o consumo adictivo de distintas sustancias.
La guerra contra las drogas como tal nació en 1970, un año después que medio millón de jóvenes se reuniera en Woodstock para una fiesta de “música, paz y amor”; Richard Nixon logró que el Congreso aprobara la Ley de Sustancias Controladas. Dos años después se creó la DEA y nació la figura de un “Zar Antidrogas”. En ese momento la situación era simple: se traía marihuana desde Jamaica, Colombia y México. Luego creció la demanda por cocaína que se producía en Bolivia. Los colombianos, gracias a su posición estratégica y su alta capacidad de organización, tomaron el negocio: contactaron a productores de coca en Perú y Bolivia, empezaron a producir cocaína en Colombia y la exportaron a EE.UU. por distintas vías.
En los años 90 el Plan Dignidad, promovido por el presidente Hugo Banzer y financiado por el gobierno de EE.UU., así como la llegada de Fujimori en Perú, complicaron las cosas para los colombianos. La solución fue producir la hoja de coca en la misma Colombia. Para ello, se asociaron con las guerrillas ideológicas como las FARC, las que dominaban las zonas en donde el clima permitía el cultivo. “Ése fue un momento central que definió la política internacional de Estados Unidos”, dice Manuel Rocha, ex diplomático estadounidense, quien trabajó durante muchos años en temas de alta relevancia para la relación entre su país con América Latina. “Es cuando surge el concepto del ‘narcoguerrilla’ acuñado por el general Barry McCaffrey y que es lo que moviliza a Estados Unidos a intervenir en Colombia”. Pese a que Colombia había solicitado anteriormente el respaldo de la potencia del norte para enfrentar a sus guerrillas, el costo político de repetir un nuevo Vietnam lo disuadió de colaborar. Pero el tema del narcotráfico daba una línea de argumentación nueva. “Luego del fin de la guerra fría, el tema del narcotráfico era la principal amenaza a la seguridad de Estados Unidos”, dice un funcionario de la Secretaría de Estado de EE.UU. quien pide no revelar su nombre. “Eran los años en que el funcionario principal de la DEA tenía un lugar fijo en el situation room”, como se conoce a la sala de la Casa Blanca donde se manejan los temas más sensibles por parte del gobierno de Estados Unidos a la seguridad del país.
El Plan Colombia fue la principal pieza internacional de la política contra las drogas de EE.UU. Pero mientras en los valles andinos EE.UU. financiaba la erradicación de cultivos, el derribo de avionetas y el creciente involucramiento de las fuerzas armadas locales, en casa arreciaba la represión contra los consumidores y las redes de distribución domésticas. En 1984 el gobierno de Ronald Reagan aprobó la Ley de Reforma de Sentencias, que endureció las penas contra una serie de delitos. Los ministros de justicia se encargaron de hacerlas particularmente duras en los casos de drogas.
Pero después de 40 años de guerra, la meta de hacer desaparecer el tráfico no se ha cumplido. Un estudio elaborado por el Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas (NDIC, por sus siglas en inglés) concluyó que en EE.UU. un total aproximado de 1 millón de personas pertenece a alguna de las 20.000 pandillas de narcos activas a nivel barrial, regional o nacional. Éstas son los principales distribuidores mayoristas y minoristas de drogas ilícitas dentro de EE.UU. Muchas atraviesan ilegalmente la frontera mexicana para obtener las sustancias por parte de los carteles mexicanos.
Entre los traficantes de drogas en EE.UU. se pueden diferenciar las pandillas callejeras y las carcelarias. En la primera categoría se encuentran, por ejemplo, la 18th Street, originada en Los Ángeles y compuesta por mexicanos y centroamericanos. En la misma zona está también Crips, de los afroamericanos, y la de los Asian Boyz. Mexicanos y puertorriqueños del área de Chicago formaron La Nación de los Todopoderosos Rey y Reina Latinos (ALKQN, por sus siglas en inglés), mientras que los salvadoreños se agruparon en la más joven y temida Mara Salvatrucha. No obstante, el problema mayor está –una vez más– en las cárceles, donde se están incubando las pandillas que más impacto están teniendo entre los consumidores tanto dentro de los recintos penitenciarios como fuera de ellos. La Hermandad Aria, Barrio Azteca, Black Guerrilla Family o La Ñeta son, según el informe de la NDIC, “redes criminales altamente estructuradas” que controlan la distribución de drogas al interior del sistema carcelario y ejercen control e influencia sobre las pandillas callejeras. En otras palabras, son sus maestros.
La guerra doméstica por obstruir el tráfico no ha impedido el surgimiento de las pandillas en gran parte del país ni han tenido un efecto directo en las tasas de consumo. Los esfuerzos internacionales por controlar la fuente de abastecimiento tampoco son más felices. “El Plan Colombia fue un gran éxito en recuperar la seguridad, pero los flujos de droga no han disminuido significativamente”, dice Gaviria. “El Plan Mérida en México o el de Centroamérica tampoco van a tener efecto en disminuir el tráfico”.
En EE.UU. la distribución de la droga es un negocio minorista, mientras que la fabricación de la droga y su distribución internacional, que es lo que se realiza en América Latina, son propios de organizaciones que requieren escalas mayores. Eso queda en evidencia al analizar las actividades que los distintos tipos de organizaciones utilizan para blanquear el dinero. Mientras los grandes carteles de la droga de Colombia y México usan paraísos fiscales caribeños para blanquear sus dineros, las pandillas estadounidenses utilizan tiendas de vestuario, salones de peluquería y pequeños sellos de grabación y producción musical para el blanqueo. Algunas pandillas incurren además en sofisticados esquemas de fraude inmobiliario para realizar inversiones en bienes raíces, operaciones que se facilitaron durante los años de la burbuja subprime.
Los problemas institucionales que generan son también a distinta escala. En Estados Unidos ya hay evidencia de que las narcopandillas han logrado permear las Fuerzas Armadas, con lo que pueden moverse con facilidad dentro y fuera del país. “Se trata de una seria amenaza a la ley debido a las competencias que adquieren y su disposición a enseñárselas a otros miembros de pandillas”, señala el informe de la NDIC. En América Latina, en cambio, los narcotraficantes han permeado muchas instituciones de gobiernos. Algunos países de Centroamérica arriesgan incluso de convertirse en Estados fallidos debido a la fuerza con que el narcotráfico ha erosionado sus principales instituciones políticas.
752
Nuevo trato. La descriminalización de la droga en EE.UU. comenzó justamente en California en 1996, cuando se aprobó por primera vez el uso médico de la marihuana. Desde entonces ha ido avanzando a través de medidas aisladas y a nivel estatal o local, por lo que se hace difícil hacerle un seguimiento. “Los responsables de las políticas federales no entienden bien cuántos ni cuáles son los Estados que han rebajado las penas asociadas con posesión de marihuana, eliminando el encarcelamiento sin adoptar explícitamente la descriminalización”, dice Rosalie Liccardo Pacula, codirectora del centro de estudios de políticas de drogas de RAND, el prestigioso think tank estadounidense. Para muchas ciudades, como San Francisco o Seattle, por ejemplo, la marihuana ha pasado a ser la última de sus prioridades policiales.
No todos están de acuerdo con este tipo de decisiones. “La legalización de la marihuana, indistintamente de cómo comience, será a costa de nuestros hijos y de la seguridad pública”, se lee en un informe de enero de 2011 titulado La Posiciónde la DEA respecto de la marihuana, de enero de 2011. “Creará dependencia y problemas de tratamiento y abrirá la puerta para el uso de otras drogas, perjuicios a la salud, comportamiento delictivo y conductores drogados”.
Según el organismo, la campaña para legitimar la llamada “marihuana legal” se basa en dos falacias: que la ciencia ve la marihuana como medicina y que la DEA reprime a las personas enfermas y moribundas que la utilizan.
No obstante, la posición de la DEA está objetivamente en declive. Desde que en 2001 el terrorismo de origen islámico reemplazó al narcotráfico como principal amenaza al país, el zar antidroga ya no tiene un asiento en el situation room. Si bien los compromisos con los distintos esfuerzos latinoamericanos para atacar a los carteles se mantienen, los presupuestos no son los de antes: el Plan Colombia tuvo un costo de US$ 6.000 millones para el contribuyente estadounidense; el Plan Mérida para México sólo obtuvo US$ 1.500 millones. Para el plan de seguridad aprobado en Centroamérica se prometieron donaciones por US$ 2.000 millones, pero sólo se han concretado US$ 350 millones.
A nivel doméstico también hay señales. Eric Holder, el ministro de justicia de EE.UU. (Attorney General, como se conoce su cargo en inglés), no ha impugnado las decisiones de los estados que han despenalizado, como sí lo hiceron sus predecesores. Además, no son pocos los que esperan que Holder revierta paulatinamente durante su gestión la política de penas duras contra el consumo y microtráfico de drogas, tal como fue instaurado en los tiempos de Reagan. “Las políticas contra las drogas son gran parte de las responsables de la enorme proporción de negros que están en las cárceles de Estados Unidos”, dice una fuente del Departamento de Estado quien pidió no revelar su nombre. “Para Holder, un afroamericano, el tema racial es importante”.
¿Servirá para acabar con el círculo vicioso de la prisión y las pandillas? Para Liccardo Pacula, la ecuación es más compleja de lo que sostienen los liberales. “No estoy convencida de que sepamos con certeza si una política alternativa a la criminalización es económicamente mejor”, dice aduciendo temas como la elasticidad de precios de las drogas ilícitas, el costo económico de la regulación y de suministrar tratamiento médico a los adictos.
El Cato Institute, el conservador think tank basado en Washington, en cambio, tiene una respuesta más clara al analizar el caso de Portugal, donde en 2001 se descriminalizó todo tipo de drogas, incluyendo la cocaína y otras drogas duras. “Los datos muestran que a juzgar de cualquier métrica ha sido un rotundo éxito, un caso que debiera guiar los debates de políticas sobre drogas en todo el mundo”, escribe Glen Greenwald, autor asociado al Cato.Como dice Gaviria, descriminalizar no implica legalizar. “Se trata de cambiar el foco del castigo penal a uno que tenga que ver con salud pública; consiste en considerar las drogas como sustancias que hacen daño y que requieren regular su producción, su distribución, su consumo”, dice Gaviria. “El caso de Portugal demuestra que cuando cambias el foco del crimen a un tema de salud se abren muchas alternativas de acción”.
No es un tema novedoso. En Europa la gran totalidad de los países dejaron de penalizar con cárcel a quienes consumen algún tipo de drogas. Sólo Suecia lo sigue haciendo. De hecho, para quienes conocen la lógica estadounidense en materia internacional, señalan que el interés en el narcotráfico latinoamericano va a ir bajando de relevancia a medida que éste encuentre nuevos mercados a los que llevar su droga. “A Estados Unidos sólo le preocupa el narcotráfico que afecta a Estados Unidos”, dice Manuel Rocha.
Hoy España es uno de los principales destinos de la droga fabricada en América Latina. Además, los narcotraficantes están encontrando un robusto mercado doméstico dentro de la misma región, tal como sucede en Brasil, Argentina y Chile con la cocaína fabricada en Bolivia. “Lo que está generando mayor inseguridad y violencia es el consumo doméstico de drogas”, dice Gaviria.
Y la alternativa penal sigue siendo la preferida. En Brasil se criminaliza tanto el consumo como el tráfico, pero según la ex jueza María Lúcia Karam, “se condena en función de la condición socioeconómica del reo”. En Chile la posesión de pequeñas cantidades de droga hace presumir la intención de comercializarla, aunque en 2008 un Tribunal acogió privilegiar la presunción de inocencia en un caso que involucraba al hijo de una diputada conservadora. Tanto Chile como Brasil comparten el honor de seguir los pasos de EE.UU. en cuanto a saturación carcelaria. Argentina, en cambio, optó por la vía liberal desde que la Corte Suprema dictaminó en 2009 la inconstitucionalidad de detener personas por tenencias mínimas de marihuana.
Sin embargo, cualquier cambio más sustancial debiera provenir de una coordinación regional. “Es necesario que una organización como Unasur o un grupo de países organizado promueva una visión alternativa, tal como se dio en Europa”, dice Manuel Rocha.
Hasta el momento pocos países se han atrevido. Sin embargo, la gran paradoja es que EE.UU., el gran prohibicionista, ha cambiado su estrategia sin avisarle a nadie.

autor Carlos Tromben y Felipe Aldunate M.

Ver más columnas del autor

Saturday, October 29, 2011

Tuesday, October 25, 2011

Silicon Valley Human Rights Conference


Mobilizing for Global Digital Freedom

Join Us!  

About Us


Access is a new global movement for digital freedom.


Access is a non-profit organization premised on the belief that the realization of human rights and democracy in the twenty-first century is increasingly predicated on access to the internet and other forms of information communication technology. More »
 
On Oct. 25 & 26, with the support of Google, Facebook, Yahoo!, Skype and Mozilla, Access is hosting the first major conference in Silicon Valley examining how the human rights and high-tech sectors can better manage emerging human rights implications of new technologies. Speakers include Andrew McLaughlin, Bram Cohen, Rebecca McKinnon, Robert Scoble, and many other experts from around the world.
Learn More »


 

Internet Censorship World Map

Featured Video  "Hungry Beast: Killing the Net"

Monday, October 24, 2011

Los vestidos legendarios de Hollywood, en exhibición y a la venta. Revista Dinero.

Publicado: 10/23/2011

Los vestidos legendarios de Hollywood, en exhibición y a la venta

El Teatro Chino de Hollywood cumplirá 85 años en mayo próximo y, como parte de las celebraciones extendidas, inauguró la primera colección de vestuario de cine en sus pasillos adornados de alfombras y tapices orientales.

BBC
Entre la primera colección de vestuario de cine del Teatro Chino de Hollywood está el sugerente vestido dorado de Marilyn Monroe en 'Los caballeros las prefieren rubias', de 1953.
BBC
'Lo que el viento se llevó', el clásico de 1939, tiene su espacio propio con el vestido de terciopelo verde y falda voluminosa que se calzó Vivien Leigh para su protagónico junto a Clark Gable.'Son trajes de filmes icónicos que nos han dejado los grandes estudios de Hollywood a través de las décadas', dijo a BBC Mundo Alwyin Kushner, directora de operaciones del teatro.

BBC
Judy Garland, en el papel de Dorothy, vistió esta falda delantal para cantar 'Over the Rainbow' en la fábula 'El Mago de Oz', estrenada en 1939. Está en exhibición en la entrada de una de las salas principales del Teatro Chino, que con esta iniciativa quiere recordarle a turistas y locales que, además de su valor histórico, el edificio sigue siendo un cine comercial abierto a todos.

BBC
Aquí, el 'traje negro de la suerte' de Humphrey Bogart, que el actor repitió por cábala en varios filmes protagonizados entre 1939 y 1947, como 'El Corto Maltés'. 'Todos los trajes tiene un correlato con el teatro: son de películas que tuvieron su estreno aquí y muchos de los actores tienen sus huellas impresas en el cemento del patio de entrada', señaló Kushner.

BBC
El vestido de Barbara Stanwyck en el western 'Una gran señora' (1942), de los estudios Paramount, captura la luz y las miradas sobre la textura del terciopelo. El diseño es de Edith Head, una de las favoritas de Hollywood en la época y ganadora de un récord de 8 premios Oscar en la categoría de vestuario. Varios de los trajes aquí expuestos llevan su firma.

BBC
La decena de atuendos, que serán reemplazados por otros a fin de año, son parte de un tesoro 'de película': la Colección Leyendas de Hollywood, un lote de unas mil piezas de vestuario y accesorios usados en el cine que está en manos de un coleccionista privado y saldrá a remate por un precio mínimo de US$10 millones.

BBC
Puertas afuera, en tanto, el Teatro Chino continúa con su ajetreo habitual: recibe 10.000 a 15.000 visitantes al patio cada día y es uno de los puntos turísticos más concurridos de Los Ángeles. Abierto por el empresario del espectáculo Sid Grauman en 1927, fue declarado monumento cultural cuarenta años después y albergó la entrega de los Oscar entre 1944 y 1946.
BBC
Las mismas figuras que se calzaron los vestidos exhibidos dentro del teatro dejaron su huella afuera, entre más de 200 registros en cemento. 'Las ceremonias de dejar la forma de las manos y los pies empezaron en 1927, con Grauman y sus actores favoritos, y continúa como una tradición', señaló la directora de operaciones a BBC Mundo.

It's Tintin Time! TIME Magazine.

It's Tintin Time!

 
 
Boy wonder Tintin, voiced in the film by Jamie Bell, has been wildly popular since he debuted in a Belgian comic strip in 1929
Paramount
 
 
In the beginning, there was the word, and the word was Tintin. Steven Spielberg didn't know what it meant. "Raiders of the Lost Ark had just opened overseas," he says, "and all through the French reviews, which I couldn't read, there was a smattering of Tintin everywhere. I didn't understand what Tintin meant in French, or what that was referring to."

Tintin is, of course, the first and only name of the indefatigable, incurably innocent boy reporter who has sold upwards of 200 million books worldwide since he first appeared in a comic strip in 1929 — though he's somehow managed to do this without making himself a household name in the U.S. The French critics had a point: Tintin's globetrotting adventures are similar to those of Indiana Jones. Once this was explained to him, Spielberg hunted down his very first Tintin book, which happened to be The Seven Crystal Balls. He still didn't understand the French, but he understood Tintin immediately. "It was like a movie, with beautifully rendered storyboards," he says. "I understood the story, I understood the humor, I just got it, without having to hear the words." (See a brief history of movie special effects.)

At the time — this was 1983 — Spielberg was in London making Indiana Jones and the Temple of Doom. He called up Hergé, Tintin's creator, who was 75, to talk about making a Tintin movie. "He'd seen Raiders of the Lost Ark and loved it," Spielberg says, "and he just committed, at that moment, that he wanted me to be the director to turn his stories into films." (This is Spielberg's account; Hergé's biographer, Pierre Assouline, tells a much longer story involving a lot of legal wrangling over contracts.) Plans were made for Spielberg to visit Hergé in Brussels a few weeks later, but before that could happen Hergé died. Spielberg acquired the rights anyway, from Hergé's widow, but there were script problems, and he had a lot of other movies to make, and the project stalled. It would be nearly three decades before Spielberg brought the comic-book hero to the screen: The Adventures of Tintin opens in Europe in late October, nearly two months ahead of its U.S. release.

It's either touching or ironic — or a bit of both — that Tintin should be making his big-budget, big-screen debut at a moment when grave economic woes threaten the great pan-European dream. Tintin is the pan-European hero par excellence — he was pan-European before there was a pan-Europe — and far from fading away, he's about to take a shot at going global, albeit with the help of an American and a New Zealander.


The Boy from Brussels

Tintin didn't start out as pan-European, let alone global. He started out as Belgian. Hergé was the pen name of one Georges Remi, who was born in 1907, the son of a worker in a candy factory in Brussels. He grew up a Catholic and an ardent Boy Scout. He began publishing Tintin's adventures in a Brussels newspaper, and they were an instant hit: at the end of Tintin's first adventure, a trip to the Soviet Union, the newspaper threw a welcome-back party at the train station. Thousands of fans showed up and mobbed the hapless Tintin stand-in, a local Boy Scout with his hair gelled up into Tintin's trademark ginger quiff. It rapidly became clear that Tintin was destined to escape from his humble beginnings as easily as he shed handcuffs in the comic books.
(See the 25 All-TIME best animated films.)

Tintin's story would eventually be translated into 60 languages (he is Dingding in Chinese and Tincjo in Esperanto). He has been adapted for the radio, the stage, TV and the movies, though never on a grand scale. There are Tintin stamps and a 10-euro Tintin coin. The first comic strip to enter the modern-art collection at the Centre Pompidou in Paris was Tintin. A bronze statue of Tintin and Snowy stands in a square in Brussels.
It's not hard to see why: the Tintin books are some of the most dependably satisfying popular entertainment ever created. He's the eternally dogged underdog — undersized, underestimated and always outgunned, but undaunted. "Tintin can't be dissuaded from his quests," Spielberg says. "He's relentless in his pursuit of the solution to these exotic mysteries." Like Lewis Carroll's Alice, Tintin is the one sane mind in a world of schemers, dipsomaniacs, eccentric geniuses and blithering idiots. You could look at Tintin as the dream of a small country squashed between the broad shoulders of France and Germany, eternally relying on its gumption and ingenuity to work its way out of scrapes. (In this respect, Tintin is distantly related to James Bond, who arose as the avatar of a virile, indefatigable England as if to compensate for the waning power of the British Empire.)


Apart from his determination and ingenuity, Tintin barely has two character traits to rub together, but that's part of his charm too. He's Everyboy. His age is hard to pin down: he looks like an adolescent, but lives by himself and doesn't go to school. It's even harder to figure out where and when he lives: the world he inhabits is recognizable as generically European, with green swards and quaint cities and tree-lined thoroughfares, and belonging to some moment in the early 20th century, but you'd be hard-pressed to stick a pin in a map, or a calendar. He has no ego and no politics beyond a visceral dislike of unfairness. He has no family or romantic attachments. He's a reporter by profession, but unlike, say, Clark Kent, you rarely ever catch him doing any reporting. He barely has any facial features. Tintin is relatable to a fault: it's easy to imagine yourself as Tintin, whether you are in Cologne, Caracas or Kolkata.

If Tintin occasionally flirts with blandness, he's always rescued by Hergé's graphical genius. Hergé drew his panels in an elegant, instantly recognizable style that has been so influential, it has acquired a name: ligne claire, or clear line. Its hallmarks are steady even lines, gorgeous washes of color, precisely detailed backgrounds and stylized, cartoonish faces. Each frame is a window into a bright, simple, comprehensible universe, both foreground and background in perfect focus, with a bare minimum of shadows.


A Technological Challenge

In spite of all his travels, Tintin has never been to Hollywood before now. (The closest he got was Chicago in Tintin in America, where he tangled with Al Capone.) It wasn't until 2003, 20 years after he spoke to Hergé on the phone, that Spielberg came back to the project. "I suddenly had a brainstorm, and I figured out how to do this," Spielberg says. "I also figured out what medium I wanted to do it in."
{See photos from the Comic-Con International 2011 convention.}

It was a medium that didn't exist in 1983, or even in 1993: motion-capture animation, or as Spielberg prefers to call it, "performance capture." Robert Zemeckis was pioneering the technique in making The Polar Express. "I realized that's the medium I'd like to tell the story in," Spielberg says, "because it most resembles the hand-to-paper art of Hergé."

He didn't dive in right away: the learning curve was steep, and he wasn't convinced the technology was ready. Critics complained about the weird, uncanny smoothness of the figures in Polar Express. But Spielberg watched Zemeckis push it further in Beowulf, and then kibitzed on the set of James Cameron's Avatar. When he got a look at Pandora and its inhabitants, he knew it was time. In the end, he used the same animators Cameron did: Weta Digital, based in New Zealand and co-founded by the director Peter Jackson.
Spielberg had first approached Jackson about animating Snowy, Tintin's mischievous white wirehaired terrier, but the project evolved into a full-on collaboration. "You kind of can't grow up in New Zealand without having Tintin become a really important part of your life," Jackson says. "Steven realized what a nutcase I am about Tintin, and as this test for a digital dog grew, we talked about how [performance capture] would preserve the integrity of Hergé's world — not just the world of stories and plot but the way it looks, the color and the visual style. They're all part of the DNA of Tintin. Live action wouldn't have the ethos of what it's all about." If there's a sequel, the plan is for Spielberg and Jackson to swap places, and Jackson will direct.
(See "Willy Wonka and Turnips: The Cartoons of Kate Beaton.)

The challenges weren't just technological. The Tintin stories, as satisfying as they are, weren't quite camera-ready. "I went into this thinking, There are so many amazing stories, so many of them would make great movies!" Jackson says (there are either 23 or 24 Tintin books in all, depending on whether or not you count the final, unfinished Tintin and Alph-Art). "And while that's true, when you sit down and think about them, you realize that none of these books have the shape and structure or enough material to make a film." Jackson and Spielberg took as their starting point the 11th book, The Secret of the Unicorn, which is about Captain Haddock's ancestor and the treasure he left behind. They cleaned it up, punched it up and built it up using elements from the other books, including a cameo by the terrifying opera singer Bianca Castafiore (virtually the only woman in the Tintinverse) and a sequence from The Crab with the Golden Claws in which Tintin meets Haddock for the first time and they travel to Morocco together. You can tell that the plot of The Adventures of Tintin has been run through the expensive, well-tooled mills of an American movie studio.


Then there was the look of the movie: the challenge of turning Hergé's famous ligne claire into a three-dimensional world that actors could walk around in. "The books became the bible for all the set decorators and production designers at Weta," Spielberg says. That makes it sound simple, but the process involved trade-offs: you couldn't just cut and paste. "We tried to follow the color palette as much as we could," Jackson says, "but we had to introduce layers of dirt and grime and atmosphere and light and shade, sunshine and shadow, in a way that Hergé never did. You can't get those colors on screen. But you can start with those, and then the real world does what it does."

Hergé's faces got the same treatment. It's one of the oddities of Hergé's style that while his backgrounds are marvelously detailed — he often drew from reference photos — his faces stay soft and stylized. They're that way in the movie too, sort of, but they also have to have depth, and they have to act, which means more detail, to get rid of that Polar Express Silly Putty smoothness. The biggest challenge was Tintin himself, whose face on paper is as simple and elegant as a punctuation mark. "We probably spent two or three years working at every subtlety and nuance of Tintin's face," Jackson says. "Steven and I would have long video conferences with the design team where we would look at CGI heads rotating on turntables and say, Could his eyes be 15% smaller? Could his eyebrows be a little bit lower?"

Once the look was right, they had to find somebody to play Tintin — to give the performance that they would then digitally capture. Physical resemblance wasn't an issue, since we never see the actor's face, it was more the intangibles they were after — what Jackson calls "Tintinish qualities." They settled on Jamie Bell, the English actor already well known for playing Billy Elliot and who had worked with Jackson in King Kong. "Tintin required an earnestness," Spielberg says. "An excitement in his voice, a sense of discovery, a sense that he never gets tired of discovering new ways to solve a problem. Jamie was a sort of a well that did not need replenishing." Bell didn't even have to train his hair up into the quiff. Computers added that too. 

For an old-school filmmaker like Spielberg, directing an all-digital movie came with a learning curve. "It was weird," he says. "I'm used to coming on a set and being inspired by the actual quality of the sky that day, the way the light is hitting the trees and the buildings." But there was no set for Tintin. "It was just like a big basketball court, a big white clinically, surgically antiseptic space." Spielberg worked with a digital model of the space, which he watched on a screen as he shot the actors. Weirdness aside, the process was faster than shooting live action: when you've built your entire universe from scratch on a computer, you don't have to wait around for lights or makeup or the weather. All told, the team spent five years prepping the film. The shooting took just 31 days.

Indy, Without the Hat
The result is a brightly colored, relentlessly paced adventure that both is, and isn't, the boy reporter of Brussels. It reminds one not a little of Indiana Jones — it has that same pulpy, retro, swashbuckling quality. The action sequences, liberated as they are from the laws of physics, and movie budgets, must be among the most elaborate ever devised — at one point Tintin, Snowy and Captain Haddock chase a falcon through a Moroccan hill town through which a rampaging flood is roaring, picking up and destroying and discarding vehicles as they go. Hergé's love of physical comedy is all there: he borrowed liberally from the movies, especially Charlie Chaplin, and Spielberg collects on the debt, retransplanting the gags back to their original medium.

The movie is densely packed with little Tintinacious touches for serious fans. Captain Haddock, as played by Andy Serkis (the performance-capture veteran who also played Gollum in Jackson's Lord of the Rings trilogy), looks particularly authentic: they've nailed the wet black thatch of his hair and his tiny gin-blue eyes. (Though everyone has their own Captain Haddock in mind: mine didn't have a Scottish accent and would never make a slightly racy remark about bestiality, no matter how much he'd had to drink.) Spielberg has imported the Siamese cat from The Seven Crystal Balls, and there are at least two crabs with golden claws. (There's also, oddly, a line about the giant rat of Sumatra, which is a Sherlock Holmes reference, not a Tintin one.) Spielberg pulls off a brilliant gag wherein a swimming Tintin's red quiff substitutes for a shark's sinister dorsal fin — a nod to Spielberg's own Jaws.

It's a minor, but still choice, irony that all this high-powered technology is in the service of a movie set in an indeterminate but decidedly retro past, a dreamy world of vintage cars and rotary phones. It turns out that it takes the computing resources of a cutting-edge data center to bring to 3-D life the world Hergé created using only pen and paper. "That's probably the thing that impressed me the most about the books," Spielberg says, "that Hergé was a filmmaker in his own right."

He pays a deft homage to the master in the opening moments of The Adventures of Tintin. We first meet Tintin sitting for a portrait by a jovial sidewalk artist, who then holds up his work. The portrait is recognizably the iconic Tintin of the comics. The artist is recognizable too, at least to fans. It's Hergé.
 
This article originally appeared in the October 31, 2011 issue of TIME Asia.

 

 

Sunday, October 23, 2011

Top 10 all-inclusive resorts in the world

 
TripAdvisor  

Iberostar Grand Hotel Paraiso photo by falenangels58
Top 10 all-inclusive resorts in the world
All of the details are taken care of. Relax in these best-of-the-best resorts.
1. Iberostar Grand Hotel Paraiso
Playa Paraiso, Mexico
"We felt like we were living in a palace..." more
2. Garonga Safari Camp
Makalali Private Game Reserve, South Africa
"sooooooooooo good" more
3. Le Blanc Spa Resort
Cancun, Mexico
"Where A Travel Agent Honeymoons" more
4. Drowsy Water Ranch
Granby, Colorado
"Best Family Fun!" more
5. Nukubati Private Island Great Sea Reef
Labasa, Fiji
"Unbelievable Honeymoon!" more
6. East Winds Inn
Gros Islet, St. Lucia
"Absolutely Amazing" more
7. Secrets Maroma Beach Riviera Cancun
Playa del Carmen, Mexico
"Great resort, great holidays!" more
8. Ceylon Tea Trails
Hatton, Sri Lanka
"Unique" more
9. Iberostar Grand Bavaro Hotel
Punta Cana, Dominican Republic
"Treated like royalty..." more
10. The Caves
Negril, Jamaica
"Fantastic stay, best trip ever!" more









Go to TripAdvisor   |   Unsubscribe   |   Privacy Policy   |   Contact Us
Please do not reply directly to this e-mail. This e-mail was sent from a notification-only address that cannot accept incoming e-mail. If you have questions or need assistance, ask us here.
TripAdvisor LLC 141 Needham Street, Newton, MA 02464
© 2011 TripAdvisor LLC. All rights reserved. TripAdvisor, the TripAdvisor logo, the Owl logo and Get The Truth. Then Go. are either registered trademarks or trademarks of TripAdvisor LLC in the U.S. and/or other countries.